Comment ça va?


La pregunta es sencilla, ¿Cómo estas?

La respuesta podría serlo, bien, mal, mas o menos, ahí ahí, un gesto, una mueca en la cara, dos pulgares levantados, la boca que se pone como una tajada de toronja o el premaxilar de un bacalao. La mayoría no piensa dos veces antes de preguntarlo, a pocos en verdad le importa.

Es una cuestión de educación, costumbre, y modales, te enseñan que tienes que preguntarle a los demás como se sienten, como para no ser maleducado, como para no parecer de mala calaña, desinteresado y egoista. A veces, es mas por hábito, habituarse a abrir conversaciones con esas frases, porque si, así es como se hace, así es como debe de ser.

También por educación y por costumbre respondemos, decimos bien cuando estamos excelentes, para no restregarselo al otro. Cuando estamos mal, de igual manera decimos bien, porque realmente sabes que al otro no le importa, o porque sabes que le importaría demasiado, y no querés molestar.
Soy de esas que contesta bien para salir del paso, o contesto irónicamente mal para que no pregunten mas, pero si mi eleccion fuese, no contestara nada.

Y es que la mayoría de las veces no lo se. Creo que para saber como estás, tienes que saber en donde estas, y la verdad es que no tengo ni la más mínima idea. No se donde estoy parada, si busco en un mapa, encuentro mis coordenadas físicas, pero mentiria al decir que en verdad estoy ahí. En verdad no estoy en ningun lado, no estoy presente, mi alma flota en algun sitio desconocido.

Siendo honesta, nunca me he sentido presente, como si perteneciera a algun sitio, como si me identificara con mis alrededores, pero por lo menos antes tenia cierto sentido de pertenencia, una minima nocion de que ese era mi sitio. En este último año, siento como si fuese una especie de sueño del que nunca despiertas.

Siento que cualquier noche me iré a dormir y al despertarme vea aquellas paredes azules, y aquellas estrellas que brillaban en la oscuridad, que voy a ir al closet de color beige, a ponerme la franela del mismo color, con respectiva falda y medias. Siento que caminaré a esa cocina, comeré mirando fijamente aquella ventana. Siento que bajaré ese ascensor, caminaré esas calles sucias, cruzaré esa reja verde y veré a los mismos que vi por tanto tiempo, sin darme cuenta de que eso cambiaría.

A quién engaño, que terrible esa mierda. Vamos a levantarnos, esas paredes blancas, vacías, como si no se quisieran llenar. Esa peinadora indiferente, sin adornos ni más. Vamos a ir al closet, vestirse, jugar a ser otra cosa por un día. Bajemos esas escaleras, busquemos un desayuno apurado que te puedas terminar de atapusar en el carro mientras te terminas de peinar y vestir en el trayecto. Vamos a esa universidad, enorme, gigante, donde es común saludar a conocidos que te encuentras por la misma acera, y ya hay conversaciones de confianza con aquellos que se sientan a tus lados. Pero donde si te da la gana, te puedes sentar en la parte de atrás del salón y pasar desapercibido completamente, mezclarte, disfrutar del anonimato, y de nada más que ti.

¿Cómo contestar como estoy si no tengo ni la más minima idea? ¿Cómo saber dónde estoy, si no siento que pertenezco a ningun lado? ¿Cómo saber si esto es un sueño si nunca me despierto?

Si de todas maneras nunca sé como me siento, y probablemente no lo descifre en un tiempo cercano, ¿porque me molesto en llegar a conclusiones? Si de todas maneras nunca sé donde estoy, y probablemente nunca lo sepa, creo que por ahora es preferible decir “bien”, no creo que la mayoría le importe demasiado las implicaciones para mi representa responder esa pregunta.

Sigamos flotando en compañía de la soledad, contestemos para salir del paso y regresemos a la hermosa ambigüedad, y a la libertad de no sentirte obligado a pertenecer a nada.

1 comments:

Carlos García Salvador said...

y entonces pensé: la mayoría de las veces digo estoy bien, pero también, la mayoría de las veces ni siquiera estoy.

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